miércoles, 10 de febrero de 2016

Como dejar de fumar y perecer en el intento


  He dejado de fumar por asalto facultativo*. Desde entonces me siento raro, no logro concentrarme y no consigo escribir con coherencia. Como en estas condiciones es imposible que de mi esfuerzo salga nada productivo, he acudido a un amigo para que ejerza de cronista y transcriba por mí los acontecimientos. El relato que viene a continuación es el resultado de esta inusitada y excéntrica colaboración.

*  Ver “La deriva Schopenhauer”


Día 1

Sin noticias de Marlboro


02:00 h.
      Despierto sobresaltado, de muy mal humor y con unas ganas locas de fumar un cigarrillo. Voy a la cocina y bebo un vaso de agua.

02:02 h.

     Me pregunto porqué bebo agua si lo que necesito es un cigarro. Obtengo la callada por respuesta. Bebo otro vaso de agua intentando desviar la atención.

02:10 h.
     Se me acaba el agua embotellada, pero no las ganas de fumar. Empiezo a beber agua del grifo

02:25 h.
     Tras haber bebido unos 10.500 cl. de agua, el equivalente a siete botellas de litro y medio, llego a la conclusión empírica de que beber agua, no sólo no quita las ganas de fumar, sino que produce incontinencia urinaria.

02:26 h.
     Corro al aseo con intención de evacuar el exceso de líquido acumulado. Mientras lo hago, me entretengo contando los azulejos de la pared.

02:27 h.
     Evacuo el exceso de líquido. En la pared frontal desde el punto de vista de evacuación en erguido de un varón de la especie humana: 137 azulejos.

02:29 h.
     En la pared lateral izquierda: 340 azulejos. Termino de vaciar la vejiga. Procedo a maniobras de salpicado.

02:30 h.
     Falsa alarma. Continúo el proceso de desalojo de los conductos urinarios. Intento reconducir el chorro a su destino y no a los alrededores como hasta ahora. En la pared derecha cuento 367 azulejos, de los cuales 39 corresponden al alicatado de la bañera.

02:32 h.
     Creo recordar que tengo una cajetilla de Marlboro en un bolsillo de la americana de invierno, salgo en su busca. Termino de evacuar en el trayecto del baño a la habitación, mayormente en mis propias piernas.

02:37 h.
     Resultado del registro a los bolsillos de la americana de invierno: 2 bolígrafos bic cristal negro, un lapicero Col-erase azul, una pequeña libreta para notas, un sugus de piña, varios pañuelos de papel usados, un roto por el que me entran dos dedos. Me como el sugus y vuelvo a guardar lo demás. Puede que el Marlboro esté en la americana de entretiempo.

02:39 h.
     Registro la americana de entretiempo: 2 bolígrafos Bic cristal negro, un lapicero col-erase verde, una libreta de notas, un sugus de fresa, que me como, y un roto por el que me entra toda la mano.

02:41 h.
     Registro la americana de verano con idénticos resultados, salvo por el color del lápiz, el sabor del sugus y el tamaño del roto.

02:53 h.
     Registro todos los bolsillos, bolsos de mano, bandoleras, mochilas y mariconeras de todas las prendas que tengo. Resultado: dos armarios vacíos, un montón de ropa encima de la cama y la boca llena de sugus de distintos sabores, la mayoría con el papel incluido. Conclusión empírica: los sugus dan sed y no aplacan las ganas de fumar.

03:00 h.
     Registro los cajones de la mesilla de noche, mesa de trabajo, taquillón de entrada, aparador, mueble bar, armarios de cocina, cajones de cubiertos, armarios de baño, muebles del salón, etc.

03:10 h.
     Llamo por teléfono a la policía y denuncio que han entrado en casa a robar dejándolo todo hecho un desastre.

03:15 h.
     Llamo por teléfono al trabajo para ver si me pueden dar un par de días de descanso por robo. No contestan.

03:20 h.
     Llamo por teléfono al trabajo para pedir una semana de vacaciones. No contestan.

03:23 h.
     Llamo por teléfono al trabajo para exigir mi mes de vacaciones. Me contesta el servicio de seguridad. A mi pregunta de si es el servicio de seguridad al completo o sólo una parte del mismo, me manda a un sitio poco decoroso y me da cita con el Jefe de personal a las 08:30 horas en el departamento de recursos Humanos, C/ del doctor Sugrañes, s/n, oficina P – despacho 2.

03:30 h.
     Llamo por teléfono a pequeña Penny para que vaya haciendo las maletas. Me dice la hora, me manda a un sitio poco decoroso y cuelga.

03:40 h.
     Se personan en mi domicilio un par de individuos que se identifican como los agentes Vázquez y Flores, del cuerpo nacional de policía. Los retengo en la puerta con la escusa de una urgencia renal y me visto con lo primero que encuentro: Unas botas de pescar de caña alta, una rebeca de ganchillo sin mangas y una falda hawaiana con flores de papel. Como lo encuentro poco sobrio, remato el atuendo con la boina falangista del abuelo.

03:50 h.
     Recibo a los agentes que, tras una leve inspección ocular del piso y otra más detallada de mi persona, preguntan si he echado en falta algún objeto de valor. Respuesta: un maletín de piel con ochocientos millones de euros en billetes de quinientos y un cartón de Marlboro. A la pregunta por la procedencia del dinero, respondo que tengo un cuñado tesorero.

03:55 h.
     Los agentes me piden que los acompañe a comisaría para formalizar la denuncia por escrito. Como parece que refresca, añado a mi indumentaria una estola de piel de conejo y los sigo hasta el vehículo oficial. ¿No tendrán un cigarrito? Ninguno de los agentes fuma.

04:20 h.
     Llegamos a la comisaría de la calle Gerona, me acompañan a una estancia llena de máquinas de escribir antiguas que parece el museo Olivetti. Un individuo con cara de sueño entra en la sala y se sienta frente a una de las máquinas, coloca en el carro tres folios intercalados con hojas de papel carbón y me pregunta el nombre. Cuando le veo aporrear el teclado con el dedo índice de cada mano deduzco que me espera una larga noche. Le pido un cigarrillo. Ni fuma ni está permitido fumar en las dependencias.

07:00 h.
     Salgo de comisaría. Las horas que son, casi que me voy a Recursos Humanos dando un paseo y si eso desayuno algo frugal por el camino.

07:15 h.
     Al ver a un hombre tan elegante caminando por la zona industrial, las personas que se dirigen en sus vehículos al trabajo deceleran la marcha sorprendidos. Los más lanzados, incluso bajan la ventanilla para practicar esa costumbre tan española: el piropo malsonante.

07:25 h.
     Me entra el fervor marca España y entro en la primera cafetería que encuentro abierta. Pido café con leche, dos docenas de churros, pincho de tortilla y copita de anís del mono.

07:45 h.
     Habiendo dado buena cuenta del desayuno, observo que aún es pronto y pido algo para hacer tiempo: una de patatas bravas, unos torreznillos, un bocadillo de calamares, una ración de oreja y una jarra de sangría.

08:02 h.
     Se me acerca un parroquiano.

08:03 h.
     Se escora a la izquierda.

08:04 h.
     Se escora a la derecha.

08:05 h.
     Retrocede.

08:07 h.
     Frena, endereza y acelera hacia mi persona.

08:08 h.
     Se pasa de frenada, tropieza, trastabilla, oscila, gira en redondo, fluctúa con gracia, se abalanza contra la mesa, se aferra a la misma, sonríe victorioso pero asimétrico, apunta los flancos traseros hacia una silla vacía y se deja caer con estudiada templanza.

08:12 h.
     Encandilado por mis encantos naturales, se ofrece a invitarme a grito pelado. Acepto la invitación y aprovecho para ausentarme alegando una urgencia renal.

08:15 h.
     Abandono el local y dejo a mi conquista vomitando sobre la mesa. Dudo si regresar a sus brazos, porque la verdad, le he cogido cariño. Pero el deber me llama, el corazón tendrá que esperar.

08:30 h.
     Llego a mi cita con exquisita puntualidad británica.

08:45 h.
     Arturo, el jefe de personal, es un tío majísimo. Me ha regalado un libro de autoayuda y me ha dicho que no me preocupe, “tómese todo el tiempo que necesite, no tenga prisa por volver”, han sido sus palabras exactas. Da gusto trabajar para una empresa donde reconocen tu valía.



6 comentarios:

Ben Bolkoien dijo...

Carnaval, carnaval...Hoy vengo disfrazado

Itziar Sistiaga dijo...

Jajajaja, me encanta, Mr.
Es como aventurarse por un enorme tobogán, un parque de atracciones donde uno sabe cómo empieza pero no cómo acaba. Como cualquier día de los buenos, de los de recapitular.
Me chiflan los carnavales si son así.
Besos sin disfraz.
Lady.

Ben Bolkoien dijo...

Lady Itziar,
La verdad, ahora que viene sin disfraz me da pudor decirle las burradas que se me ocurren, todo sea acostumbrarse.
De momento voy a chiflarle unos besos mientras reflexiono sobre si capitular de mi disfraz.
Suyo, Mr.

Itziar Sistiaga dijo...

El anonimato tiene una extraña capacidad de hacernos visibles en lo invisible. Pero la vida es para los valientes. O eso dicen, o así nos va.
Anónima o no, me encanta leerle, Mr.
Besos.

Pluma Roja dijo...

Buenas noches estimado Ben Bolkoien, su texto me parece dinámico e interesante. Dejaré pendiente para mañana la lectura del siguiente texto porque por el momento es muy noche en mi país Guatemala y tengo sueño.

Como mi querida Lady para mí también es mucho gusto leerle.

Saludos.

Ben Bolkoien dijo...

Querida Pluma,
Duerma usted que puede, pues yo soy un insomne perenne, y duerma a pierna suelta. Mis divertimentos no son dignos de robarle los sueños. No me lo perdonaría.

no se olvide