miércoles, 6 de abril de 2016

Batman vs Superman
De superhéroes y heroínas



     A la entrada del cine me dice mi cuñada la saltimbanqui que Batman no tiene nada que hacer contra Superman.
— Depende —respondo sin argumentos
— Ptch —ríe ella con suficiencia— ¿Un hombre contra un dios? —y abre mucho los ojos mientras alza el mentón y las palmas de las manos en ese gesto que me conozco tan bien y que significa que algo es evidente y que cómo puedo ser tan ignorante para no darme cuenta— No tiene nada que hacer. —remata.
— Bueno, … —la verdad es que aquí se me ocurren infinidad de evidencias para desmontar su argumento, empezando porque Superman no es inmortal y por lo tanto como mucho sería un semidiós y siguiendo por el hecho histórico-filosófico en que el hombre indefectiblemente está condenado a matar a dios, que no deja de ser una creación del propio hombre…
— …Ben Affleck tiene un Oscar. —digo finalmente.
— Tú, tú, …tú estás tonto. —sentencia mi cuñada antes de que se apaguen las luces de la sala.

Ben, the winner


      Durante la proyección de la película, como viene siendo habitual, me quedo dormido. Sueño que mi cuñada es una superheroína en mallas que va de aquí para allá dando saltos sin sentido, cómo si tuviera una cama elástica en los pies. Mientras ella se acerca y aleja de mí con soltura, yo, para ponerme a su nivel, la persigo dando ridículos saltitos de canguro. Cada vez que pasa a mi lado, mi cuñada suelta una palabra que se queda flotando en el aire como una burbuja de jabón.
— Tú —dice en la primera pasada.
— …estás —suelta a continuación.
— TOONNNTO — remacha atronadora, para a continuación alejarse dando un triple mortal carpado con tirabuzón inverso.
     Intento responder, pero de mi boca abierta no salen fonemas sino signos de admiración. Perplejo, no puedo dejar de mirar con pasmo cómo sus pechos, apenas sujetos por un ajustado vestido semitransparente, se balancean enérgica pero armoniosamente durante las acrobacias. Incluso en un par de ocasiones me entusiasmo con la posibilidad de que uno de ellos, o ambos, se liberen de su prisión; es imposible que una tela tan fina sea tan resistente, me digo a mí mismo.
     Un certero codazo en las costillas me saca de mis ensoñaciones.

— Estabas roncando como un cerdo —dice pequeña Penny.
     Por el tono creo adivinar que lo de cerdo lo dice con segundas, estoy convencido de que Penny tiene la capacidad de leerme el pensamiento. Avergonzado, finjo prestar atención a la pantalla e intento retomar el hilo argumental de la película, pero no consigo concentrarme pensando en los senos de mi cuñada. El resto del metraje lo paso excitado, escudriñando la oscuridad con el rabillo del ojo, intentando recuperar en un reflejo, en un breve destello luminoso, aquello que pertenece al mundo de los sueños.


El trío calavera

     Salimos del cine con caras largas. Bueno, todos no, pequeña Penny parece divertida.

— Se te ha quedado un ojo Trueba —me dice jocosa
— Es verdad —confirma mi cuñada—, tienes un ojo mirando pa Cuenca.
— No me extraña —interviene mi cuñado— menudo peñazo, sólo se salva Wonder Woman, aunque para mi gusto está un poco sequita.
— Pues a mí me parece que tiene tipazo. —afirma pequeña Penny
— Ptch —ríe mi cuñada— pero es que en los comics —y gesticula rodeando sus pechos con las manos — no tiene nada que ver —remata.
— ¿Y a ti que te ha parecido? —me pregunta mi cuñado.
— ¡¿Ehh? —respondo totalmente fuera de juego.
— ¿la película?
— Ah, si, …la película. Bueno, … —Quería haber contestado que cómo metáfora de la realidad me parece acertada. Que yo a Superman lo veo como una representación de la dualidad Dios-estado; que a Batman, con sus peroratas interminables y su moralidad intransigente y ese afán de vengar la muerte del padre, lo veo algo así como la representación de la iglesia, de esa iglesia que es más empresa que iglesia; y que Lex Luthor es un claro ejemplo de lo que Noam Chomsky llama la corporación psicópata. Que todos ellos quieren el poder y por tanto van a terminar a tortas y que mientras se pelean se van a cargar a media humanidad sin pestañear y sin importarles un bledo nadie que no sea de sus allegados. También quería contestar que Zack Snyder me satura, que estoy cansado de que me cuenten la muerte de los padres de Batman, que Superman siempre ha sido un soso y Lois Lane una mojigata, que…
— …A mí me ha gustado—digo finalmente.

La Wonder Woman de Adam Huges y Gal Gadot en pantalla.

     Ya en casa, al lavarme los dientes me doy cuenta de que persiste una pequeña desviación en mi ojo derecho. Recuerdo a Cortázar y su hipnótica mirada y pienso que quizá la literatura consista en eso, en escudriñar la vida con el rabillo del ojo, intentando recuperar en un reflejo, en un breve destello luminoso, aquello que pertenece al mundo de los sueños.



no se olvide